lunes, 30 de mayo de 2011

Amor trágico.

Esta historia ya esta terminada, le podría sacar bastante más partido, pero era para presentarla en un concurso, y el límite de páginas es un verdadero coñazo. En algún momento intentare rellenarla un poco, pero almenos hay un principio y un final... Espero que os guste =)
       

             EROS TRÁGICO
Empezó a correr, no podía soportarlo más. Ya le pisaban los talones, pero debía aguantar, no debía permitir que la manipularan de esa manera. Aunque fuese hija de un Titán, no significaba que tuviese que ser como ellos. Tenía que escapar, cuando ya parecía que les había dado esquinazo, se encontró rodeada por sus hermanas. Sabía que iba a morir, no podía escapar después de traicionar a su familia. Iban a darle el golpe de gracia cuando alguien empezó a moverla bruscamente...
Había sido una pesadilla, una pesadilla que se repetía noche tras noche, desde hacía décadas, pero que aún así no conseguía liberarse de ellas. Tardó unos segundos en reponerse; miró a su alrededor, contemplo a las cazadoras que la observaban preocupadas. Ya todo había pasado, lo ocurrido en el sueño paso mucho tiempo atrás y ahora tenía una nueva familia. En la que todas luchaban por corregir el mal y seguían con devoción a la Diosa Artemisa. La que les propició la inmortalidad, si la seguían fielmente y renunciaban al amor y a los hombres.

-Ya es hora de irnos Zoe. ¿Te encuentras mejor?_ Preguntó Freya_.

Freya era su mejor amiga. Se conocieron después se que Zoe lograra escapar,  malherida, de las garras de sus hermanas. La encontró medio moribunda en las profundidades de un bosque mientras recolectaba comida. La cuidó hasta que estuvo completamente recuperada y siguieron juntas durante un tiempo. Hasta que un día, paseando por el bosque se encontraron por casualidad con un grupo de mujeres, todas vestidas con túnicas blancas. Así fue como conocieron a las cazadoras, y poco mas tarde se unieron a ellas.
-Tranquila, estoy bien, venga vamos a recoger. ¿Hoy por donde iremos?_Preguntó_.
-Artemisa dijo que estaríamos rondando por las montañas del norte de Atenas.
- No se que espera que encontremos allí._ Replicó_.
-Parece ser que un grupo de mantícoras están armando barullo por allí últimamente.

Comenzaron el viaje hasta las montañas. No hubo complicación alguna. Cuando llegaron a la zona más frondosa, se dispusieron a montar el campamento; cuando se oyó un grito a lo lejos. Rápidamente cogieron sus arcos y flechas para poder dar caza a la criatura que había echo chillar de tal manera a ese ser. Se dirigieron por donde les había llegado el desgarrador sonido, Cuando una enorme mantícora les sorprendió arriba de sus cabezas. Era enorme, tenía unas alas escamosas de dos metros de longitud, unos dientes afilados como cuchillas. Solo su cola media metro y medio, aproximadamente la mitad que su cuerpo. Todas las cazadoras se pusieron en posición para disparar sus flechas. No les costó mucho derrotar a la increíble bestia, aunque fuese fuerte, ellas la ganaban en número y estaban bendecidas por el poder de la Diosa de la caza. Se disponían a volver al campamento cuando Zoe advirtió un cuerpo inmóvil entre unos arbustos. Cuando intentó pedir ayuda, todas se habían esfumado. Se acercó para contemplar a la víctima, se trataba de de un hermoso joven de tez pálida y cabellos color paja. Estaba manchado de sangre, tenia un costado ensangrentado y una brecha en la cabeza que parecía ora del golpe que se había dado al caer.  
Seguía con vida,  aunque había perdido mucha sangre debido al mordisco propiciado por la mantícora. Rápidamente Zoe cogió su cantimplora y le vertió en la boca la pócima que usaban cuando estaban heridas, la cual las curaba casi automáticamente.
A los pocos minutos abrió los ojos, unos increíbles ojos azul cielo.

-Tranquilo, ya estás a salvo. Ya nos hemos desecho del monstruo._Le dijo Zoe_. ¿Como te llamas? ¿Te encuentras mejor?
-Hola, me llamo Héctor._contestó medio aturdido_ Si gracias. Me encentro mejor._ Dijo mientras observaba maravillado esa melena larga y oscura recogida con una diadema plateada y esos ojos chispeantes color miel.
-¿Que hacías en este sitio tú solo?_Preguntó_.
-Huía, no puedo volver a mi pueblo, quieren matarme. No entiendo la razón, pero desde niño me han hecho vacío, hasta que hace unos meses empezaron a perseguirme.
-¿Cuál es el motivo para que quieran matarte? ¿Qué has hecho?
-Nada, nunca he hecho nada. Desde que tengo memoria he estado solo, no e tenido amigo, ni amor fraternal. Nada. ¡Todo por esa estúpida maldición!

A  Zoe le removió algo por dentro, aunque no fuese exactamente el mismo caso que el suyo. Ella también había tenido que huir de su hogar.
-¿Maldición? ¿A que maldición te refieres?
-Dicen, que estoy maldito. Que cae sobre mi una maldición, la cual dice que seré el causante de la destrucción del mundo.
-No te creo, si eso fuese cierto los dioses hubiesen echado cartas sobre el asunto.
-¡Chist! Los Dioses. Para ellos solo somos juguetes. No les importamos para nada. Simplemente observan y ayudan a quienes les interesa. Se creen mejor que los Titanes, pero no, son todos iguales._dijo con tono despectivo_.

Zoe se levantó enfadada, no podía creer lo que acababa de oír. No era posible que una persona pensase de esa manera, ella que había sido maltratada por los Titanes y había encontrado un sitio entre los Dioses… No podía tolerar esa manera de pensar.
-¡Oye! No te pongas así. Perdón si te ha molestado, pero es lo que pienso. ¡Siéntate y hablemos!

Aun enfadada volvió a sentarse. Pasaron las horas volando. Zoe le contó su historia, y así Héctor comprendió su punto de vista. Ya estaba apunto de amanecer cuando Zoe volvió a la realidad. Hacía horas que tenía que estar en el campamento con las cazadoras. Esto que estaba haciendo no estaba bien.
-Tengo que irme._Dijo con impaciencia_.
-¿Volveré a verte?
 -Lo siento… Pero no debemos…

Y sin dejarla terminar, Héctor la cogió por la cintura y la besó. A Zoe le pilló por sorpresa y no tuvo tiempo de dar reacción alguna. Fue un beso al principio con ternura, que terminó ardiendo de pasión Un beso de auténtico amor.
Y justo en ese instante, las cazadoras llegaron donde estaban, encabezadas por la Diosa Artemisa… Se avecinaba lo peor…
Raro fue que no fuese sentenciada a muerta por la misma Diosa, pero igual daba. Iba a morir de todas maneras. Sin la protección de la Diosa, no había ningún impedimento para que Atlas, su padre, la encontrase. Y sin Doda alguna, la mataría.
Nada mas irse las cazadoras el tiempo empezó a cambiar. Nubarrones negros aparecieron por todas partes y taparon por completo el cielo azul. Rayos y truenos empezaron a caer .Zoe y Héctor estaban con las manos entrelazadas cuando justo enfrente de ellos cayo uno. La luz les cegó durante unos momentos, pero al recuperar la vista vieron ante ellos a cinco muchachas de pelo negro y ojos color miel. Las hermanas de Zoe. Que al contrario que ella no tenían una cara dulce, en sus rostros se reflejaba la maldad.
Zoe para proteger a Héctor le soltó la mano y se encaminó hacia ellas. Héctor tardó unos segundo en comprender lo que Zoe intentaba hacer…
-¡NO1 ¡No puede hacer eso! ¡No podemos rendirnos tan fácilmente!_gritó desesperado_
-Es la mejor solución. Así evitaremos sufrimientos. Además de que debía de pasar tarde o temprano._Dijo mientras brotaban lagrimas de sus ojos.
Y se la llevaron.
Héctor no sabía que hacer, pero tenía muy claro que no iba a dejar morir tan fácilmente a la mujer que amaba. Decidió ir en su búsqueda, no sabía exactamente donde se encontraba, pero algo le decía, que siendo hija de quién era, debía encontrarse en la cima de la montaña espiral. La montaña mas alta del mundo.

Zoe estaba aterrorizada, sabía exactamente que era lo que le esperaba, ya era la muerte. Cuando llegaron, la presentaron inmediatamente ante Atlas. El Titán que sostiene el Mundo. Unas sonrisas se dibujaron en su rostro y en los de sus malvadas hermanas.
-¿Esperas la muerte verdad?-Sonó la voz seca del Titán_.
-¿Qué si no?
-Pues ha habido un pequeño cambio de planes._ Dijo con una sonrisa malévola dibujada en sus labios_. Pensamos que es mejor encerrarte durante toda la eternidad. Separada de tu amado. ¡Ese será mejor castigo!
-¡No porfavor! ¡Mátame! Os lo suplico…
-Dije que no… ¡Lleváosla!

Rápidamente se la llevaron y la encarcelaron en la cueva más profunda de la montaña.

Héctor consiguió llegar a la cúspide de la montaña, y sin necesidad de buscar, enseguida visualizó a Atlas. En el centro de la montaña… Sujetando el mundo…
-¡He venido a liberar a Zoe!_Dijo con valentía_,
-¿Harías lo que fuese por ella verdad?
-Si.
-Podemos hacer un trato….

Zoe ya se había resignado ha que esas eran las últimas pareces que vería en toda la eternidad, cuando sus hermanas entraron a la cueva.
-Levántate, hay un cambio de planes._Dijeron al unísono_.
Salieron de la cueva, y empezaron a andar hacia el lugar donde se encontraba su padre, pero no fue a su padre al que vio sosteniendo el mundo. Sino que era Héctor el que soportaba esa enorme carga. No podía entender como había pasado algo así.
De pronto, recordó la maldición. Héctor sería el causante de la destrucción del mundo.
¿Y si se refiriese a esto? Héctor era un simple mortal, no podía soportar todo ese peso. Iba a morir si o si, y junto a el, toda la humanidad. Debía hacer algo para impedirlo.
¡Y conocía la única opción¡ Se acercó a el y imitando que lloraba desesperadamente le susurro al oído. “Confía en mi, saldremos de esta. Haz conmigo el mismo trato que hiciste con mi padre”
Y Héctor con sus últimas fuerzas, le cedió el lugar a Zoe. Ahora le tocaba a ella soportar la gran carga, pero solo el hecho de que no era su persona amada la que tenía que soportar ese dolor, le daba fuerzas. Y entonces todo surgió como ella había previsto.
Un extraño poder arrastró a Atlas hacia el lugar donde había pasado tantos siglos, ya que no le estaba permitido, que ninguno de sus hijos e hijas ocuparan su sitio.
Y así fue como ambos quedaron libres del peso de la humanidad, sin esta ser destruida.
Pero Héctor estaba muy mal, soportar tan gran carga para un ser humano era un autentico suicidio, y entre los brazos temblorosos de Zoe, murió, no sin antes pronunciar un… “Te quiero”.
Zoe se desplomo encima de su cuerpo llorando desesperadamente, no podía creer que por culpa de un despiste suyo, por culpa de no hojecer las normas, muriera una persona como el. Estando abrazada a sus piernas, notó el bulto de la hoja de un puñal, y sin pensarlo se lo metió en el estomago. Y allí murieron los dos, juntos y libres para siempre.