sábado, 2 de abril de 2011

Ireth.

Esta historia también fue creada por mi hermano Myrtaro, la cual me gustó mucho y le e pedido permiso para escribirla aquí, para que la podaís leer.

 Ireth
Me puse el guante de cuero y por último cogí el amuleto que me regaló Mahtah. Ya
estaba lista, era mi primera misión. La noche anterior no había pegado ojo, estaba muy
nerviosa, pero aún así me encontraba fresca como una rosa. Era una simple misión
rutinaria de patrulla por el bosque bajo las órdenes de mi capitán Elledan. Al salir de
casa me enfundé el arco y el carcaj a la espalda, me apreté por última vez las botas y me
introduje en las sombras del bosque para no salir hasta que terminase la patrulla. En eso
consistía mi trabajo, era una forestal y me convertiría en la mejor que nunca había
existido.
Tras reunirme con los otros miembros del equipo Elledan nos dio las instrucciones.
Éramos en total diez forestales, dispuestos todos a dar nuestras vidas por Athel Loren.
Mientras recibíamos instrucciones no podía controlar mis nervios. El capitán lo notó y
me dirigió una leve y disimulada sonrisa con el fin de tranquilizarme, no lo consiguió.
Le había conocido durante mi última fase de entrenamiento, fue toda una sorpresa
cuando me enteré que había pedido que ingresase en su unidad. Sin su recomendación
aún estaría en el campo de tiro practicando para ser guardiana del bosque. Le debo mi
actual vida, gracias a él soy lo que realmente quería ser.
Nuestra reacción fue inmediata, tras recibir nuestras órdenes saltamos hacía las ramas
de los árboles en la formación que se nos había indicado. La misión había empezado.
Durante varias horas fuimos saltando de rama en rama, silenciosos, escuchando el
bosque, esperábamos cualquier aviso de peligro, cualquier llamada de auxilio del
bosque. Recibir un aviso de ese tipo implicaba que la misión se complicaba, pero sentía
que podría detener a cualquiera. Algo ardía dentro de mí. El sentimiento de euforia por
haber logrado mi meta me hacía sentirme fuera de mí.
De repente todo el bosque calló, no oímos absolutamente nada: ni murciélagos, ni las
ramas de los árboles al viento, ni los riachuelos al pasar, nada. Nada.
El bosque se había quedado mudo por completo. Al cabo de unos segundos nos llego un
grito desgarrador, el grito de varias formas de vida muriendo a la vez, un doloroso
estruendo apocalíptico que anunciaba derramamiento de sangre. Elledan nos hizo la
señal y en perfecta sincronización abrimos la formación. Descolgué mi arco del carcaj y
lo cargué sin disminuir la marcha. Íbamos al ataque. Defenderíamos el bosque.
Nuestro avance fue cada vez más rápido. Llegamos en apenas unos segundos y los
vimos. Diez caballeros en una orgía de sangre y destrucción, no dejaban nada vivo a su
paso, mataban animales y pisoteaban arbustos. Nada más verlos nos lanzamos al ataque,
nos habíamos desplegado alrededor del claro donde estaban .Sin señal alguna lanzamos
al unísono nuestras flechas a sus cabezas y nosotros saltamos detrás de ellas dispuesto a
rematarlos. Todas las flechas rebotaron en sus armaduras. El choque de fuerzas fue
incontenible, durante la caída disparamos dos andanadas más que sufrieron la misma
suerte que la primera, mientras los caballeros aprovecharon y montaron en sus caballos
para cargar contra nosotros. Uno de mis compañeros no llegó a tocar el suelo con vida.Mientras veía la muerte de mi compañero la ira iba aumentando en mí. Tuve que
esquivar una lanza impulsándome sobre ella para saltar para no correr su misma suerte.
Llegué al suelo y di un salto hacía atrás, en combate cercano eran muy superiores a
nosotros teníamos que alejarnos. Seguíamos disparando pero sin ningún resultado.
Cuando me quise dar cuenta casi todos mis compañeros estaban muertos y tenía a tres
caballeros cargando contra mí. Me aferré al colgante de Mahtah, me hubiese gustado
despedirme de él, este iba a ser mi final pero moriría luchando. Lancé el arco i saqué las
dagas de las espinillas, no era muy diestra con ellas pero eran mejor que el arco en
cuerpo a cuerpo. Espere el momento justo, si me lanzaba un segundo antes fallaría el
ataque y si lo hacía un segundo después moriría. Cuando la primera lanza me rozó el
cabello salté contra el caballo y le hundí la cuchilla en el cuello, este relinchó antes de
caer muerto lanzando a su caballero unos metros más allá. No pude parar a contemplar
mi leve victoria pues tenía una lanza a apenas unos centímetros de mi cuello, sin
girarme agarré la punta de lanza de mi enemigo impidiendo su avance en contra de la
voluntad de su montura lo que le hizo caer a mis pies. Mi objetivo no eran ellos sino sus
caballos así que fui por mi última víctima. Esquive su ataque y me quedé debajo del
cuello del animal, salté hacía arriba rebanándole el cuello. Me quedaban apenas unos
segundos de vida, esperaba haber podido ayudar a mis compañeros a escapar. Cuando
me giré a ver como estaban la imagen fue desoladora, no quedaba nadie con vida,
excepto Elledan que seguía luchando con el líder de los caballeros. Recibí un corte en el
brazo, los tres caballeros estaban a mí alrededor con las espadas desenfundadas. Otro
corte, este en la pierna .No podía huir. Caí de rodillas cuando me hirieron la segunda
pierna. Pensaban jugar conmigo hasta que muriese matándome lenta y dolorosamente.
Los dos brazos me ardieron de dolor y no pude sostener las dagas por más tiempo. Poco
a poco la sangre brotaba más rápidamente y por más sitios a medida que las espadas me
iban alcanzando. Iba perdiendo la conciencia, estaba muriendo.
Me desperté súbitamente en medio de la noche. Notaba una opresión en el pecho, algo
le había pasado a Ireth no había duda. Salí en dirección al bosque para averiguar que
había pasado. Cuando estuve rodeado completamente de árboles empecé a cantar, les
preguntaba que había pasado, porque sentía que Ireth ya no estaba. Ellos me
respondieron con silencio, el silencio de la falta de la vida eco de lo que sucedía. En
algún lugar del bosque la vida había terminado e Ireth estaba allí. Había muerto sin
duda.
Tardé toda la noche en localizar el lugar exacto y fui a avisar para recoger los
cadáveres. Cuando llegamos nos encontramos un paisaje desolador lleno de muerte y
destrucción, pero solo encontramos nueve cuerpos y todos elfos. Los cantores nos
quedamos invocando al espíritu del bosque para reparar el daño mientras que el resto de
la compañía llevaba a los muertos a sus casas.
Cuando terminamos fui directamente a la casa de Ireth. Vivía sola. Al llegar no había
nadie y solo estaba su cadáver en la cama. No pude evitar ponerme a llorar de
impotencia, me hubiese gustado estar allí para salvarla, tal vez con mi magia…hubiese
podido hacer algo. Lloré durante muchas horas su perdida, no sé que haría sin ella.
Finalmente terminé durmiéndome, tanto por desesperación como por cansancio, encima
de su cuerpo. Era la mejor amiga que nunca tuve. La amaba. Cuando desperté ya era de día. No sabía si del mismo día o varios posteriores. El lago
estaba a mi lado y mis ropas donde las dejé. Me vestí y volví a casa. Tenía que
averiguar si había surgido efecto.
Al llegar noté un gran revuelo alrededor de la casa de Ireth. Algo pasaba. Entré y lo que
vi me impacto. Todo estaba como lo había dejado, los pergaminos, los platos de la
última cena, mi ropa, etc. Solo había una cosa cambiada en la habitación, donde estaba
la cama con los restos de Ireth ahora habían un gran número de raíces formando una
crisálida de madera. El suelo de la casa cobró vida y se engullo el cuerpo de su
propietaria. Nunca había sucedido nada parecido, todos estaban perplejos. Cuando
presencié la escena las pocas esperanzas que aún conservaban se desvanecieron. Corrí
hasta la crisálida que contenía su cuerpo y empecé a lanzar un hechizo para hace que las
ramas se moviesen y la liberasen de nuevo. En ese momento me di cuenta de lo
sucedido, la crisálida era fruto de mi encantamiento en el lago. Me había quedad sin
poderes y no solo eso, también era mudo. A pesar de no tener poderes notaba como
Ireth estaba en su interior, era una cosa inexplicable pero sentía su vida.
Lo siguiente que vi fueron unas raíces que se prolongaban hacía el infinito iluminadas
por una tenue luz verdosa proveniente de ningún lado. Estaba flotando en un espacio
vacío. Estaba sola. Solo estábamos las raíces y yo. De repente una extraña fuerza
empezó a tirar de mi hacía la oscuridad que se extendía a mis pies, al mismo tiempo las
raíces empezaron a elevarse. Si quería salir de allí tenía que ser capaz de llegar a ellas.
Impulsé mi cuerpo hacía arriba pero cada vez me veía arrastrada más hacía el fondo. Por
más que lo intentaba solo conseguía alejarme más y más.
La sentía. Estaba luchando por volver. A ella me unía un vínculo más fuerte que la
magia y por eso a pesar de perder los poderes notaba su lucha. Debía ayudarla. No la
dejaría escapar esta vez. Me concentré en su presencia y le envié todas mis fuerzas,
tenía la esperanza que sirviese de algo.
Una brillante luz bajó desde las ramas y se posó sobre mi pecho. Bajé la mirada para
verla. El colgante de Mahtah brillaba. Me sentí embargada por una fuerza sobrehumana
y gracias a su ayuda pude empezar a remontar la fuerza de la oscuridad. Cada vez estaba
más cerca de las raíces y me movía más rápido, pronto llegaría a tocarlas. Alargué la
mano esperando el milagroso encuentro. Cuando tuve un mínimo contacto cerré el puño
con fuerza. Era todo lo que tenía, no se me escaparía.
De repente todo cambio su curso. Las raíces empezaron a bajar y rodearme
rápidamente. Atravesaron mi cuerpo como si fuese de mantequilla y lo rodearon. En ese
momento empezaron a tirar de él.
No podía creer lo que veían mis ojos. La crisálida estaba brillando con una luz verdosa
y empezando a moverse. Estaba contrayéndose hacía su centro. La luz aumentaba
progresivamente, no había duda el foco del brillo era el punto hacía donde se dirigían
las ramas. El pecho de Ireth. Fueron desapareciendo absorbidas por su cuerpo.
Finalmente el último resto de la crisálida se hundió en el pecho de Ireth. En ese
momento abrió los ojos. Avanzaba cada vez más y más rápido hacía el punto donde las raíces salían a la
superficie, en el foco de la luz esmeralda. La luz me cegó pos unos instantes que
parecieron eternos. Al volver a abrir los ojos no podía creer lo que veía. La cara de
Mahtah surcada por un mar de lágrimas. Volvía a estar en casa.
Las múltiples heridas de mi cuerpo se cerraban con un resplandor verdoso mientras me
levantaba a abrazar a Mahtah. Creía que no volvería a verle nunca. Le abracé y deseé
que ese instante fuese eterno, no quería volver a perderlo.
Al ver sus ojos otra vez no pude evitar que las lágrimas brotaran. Las heridas se le iban
cerrando dejando atrás un brillo de color verdoso. La miré a la cara, tenía los ojos con el
brillo de la luz verde que hasta hacía unos instantes inundaba la estancia, eliminando
eso había vuelto. Era mi Ireth. No pude evitarlo y me lancé a abrazarla. Por fin había
conseguido estar junto a ella de nuevo.
Lamentablemente el abrazo terminó. Pero inmediatamente nos dimos la mano. Ninguno
de los dos quería separarse. Me condujo hacía la puerta, quería dar un paseo conmigo.
Me pareció raro que no me hubiese hablado aún. Cruzamos la puerta t un rayo de Sol
me iluminó. Su efecto fue inmediato. Una hoja creció en mi brazo en apenas unos
segundos. Ambos nos miramos asombrados mientras veíamos como alrededor de la
hoja la piel iba adquiriendo una textura y color parecidos a la corteza de un árbol.
Asustada corrí al interior de la casa. Lentamente mi brazo volvió a su estado normal.
Me preguntaba que me pasaba. En ese momento descubrí una presencia en mi mente
que antes no estaba allí. Me recordaba a una planta. Al concentrarme en esa parte sin
explorar la hoja volvió a crecer. Volví a la vida gracias al espíritu de uno de los árboles
de Athel Loren que se introdujo en mí. Esa presencia era la mente del árbol, ahora unida
mediante simbiosis a mi ser. Seguí concentrada en su conciencia y poco a poco percibí
el pensamiento de todas las plantas del bosque. Me hablaban. Me contaron lo ocurrido
cuando morí frente a los caballeros bretonianos y el sacrificio de Mahtah. Ahora
entendía porque no pronunciaba palabra. Era mudo.
Volví a mi ser y no pude evitar lanzarle una mirada de amor mezclada con compasión,
su sacrificio fue enorme. Su respuesta fue una mirada de sorpresa. Acompañé su visión
hasta mi brazo y descubrí que era todo una rama. Al introducirme en la conciencia del
árbol que habita en mi me empiezo a transformar en él y se aceleraba el proceso cuamdo
estaba al Sol. Era muy peligroso mantener ese poder descontrolado. Tenía que aislarme
hasta que lo controlase.
Le conté todo a Mahtah y asintió con una mirada que intentaba evitar la tristeza. Esa
misma noche me interné en el bosque dispuesta a no volver hasta que no controlase todo
mi ser.
Han pasado varios años desde ese momento. Los árboles me han contado que los
caballeros responsables de mi muerte han sido asesinados sin piedad, me alegro. He
aprendido a controlar plenamente mi ser, tanto al sol como a la sombra. Descubrí que
durante invierno me aletargo y durante primavera estoy más activa, sigo el ciclo de los
árboles. Hoy vuelvo a casa. Por fin podré estar con Mahtah de nuevo. Esta vez nada nos
separará.

2 comentarios:

  1. Pues si es demasiado larga no la leas, pero a mi me parece que vale la pena, ya que esta muy bien escrita y es muy interesante.

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